El pasado fin de semana los Azkarrak nos fuimos de convivencias. No fueron unas convivencias al uso, al igual que tampoco lo fue el lugar donde las desarrollamos: San Juan de Gaztelugatxe. Con ellas, los monitores de la rama mayor del grupo pretendíamos dar un inicio potente al curso, hacer piña y conocer un poco más en qué se iba a basar este nuevo camino que empiezan los Azkarrak en los proyectos de Herrialdea.
A pesar de que el autobús llegara con media hora de retraso -cosas de ir un día festivo-, el sábado por la mañana pusimos rumbo a Bakio. Hacía bueno y lo primero que hicimos al llegar fue acercarnos a la playa donde asentamos nuestro campamento mochilero. Nos pusimos el bañador, extendimos las toallas y, al llegar Javi, nos pusimos a comer.
A pesar de que el autobús llegara con media hora de retraso -cosas de ir un día festivo-, el sábado por la mañana pusimos rumbo a Bakio. Hacía bueno y lo primero que hicimos al llegar fue acercarnos a la playa donde asentamos nuestro campamento mochilero. Nos pusimos el bañador, extendimos las toallas y, al llegar Javi, nos pusimos a comer.
Ya con la tripa llena y hecha la digestión, nos fuimos al agua a por el último baño entre olas de la temporada. Aunque no os lo creais, el agua no estaba tan fría...
A media tarde llegamos a San Juan de Gaztelugatxe después de un paseo y de subir los 237 escalones (esta cifra está contrastada: Inés contó todos los peldaños). Dentro de la ermita de San Juan, nos reunimos en nuestro barco donde sacamos a la luz nuestras esperanzas, ilusiones... pero también, nuestros miedos. Como en todo camino, nos dimos cuenta de que había momentos de tempestades, de navegar a oscuras.
A media tarde llegamos a San Juan de Gaztelugatxe después de un paseo y de subir los 237 escalones (esta cifra está contrastada: Inés contó todos los peldaños). Dentro de la ermita de San Juan, nos reunimos en nuestro barco donde sacamos a la luz nuestras esperanzas, ilusiones... pero también, nuestros miedos. Como en todo camino, nos dimos cuenta de que había momentos de tempestades, de navegar a oscuras.
Ya llegaba uno de los momento álgidos del fin de semana, la barbacoa de la cena del sábado. En la chimenea del refugio, los Azkarrak hicieron fuego y prepararon la morcilla, el chorizo y los pinchos morunos. ¡¡Qué buena pinta tenía todo!! Pero tras el largo día, el cansancio apareció y para las doce ya estábamos todos en los sacos dormidos...
Al día siguiente recogimos y limpiamos todo, nos hicimos unas cuantas fotos y, como sobraba tiempo, dimos una vuelta entre las rocas de la zona.
Sin duda un fin de semana de esos que no se olvidan, tanto para los chavales como para los monitores.
2 comentarios:
No eran 237, eran 245 escalones.
En el cartel de la entrada ponía que había 245, pero si tú que los contaste lo dices, te haremos caso...
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